Despierten y miren a su alrededor

Juan 4.31-38 NTV

Para quienes gustamos tanto de comer bien y sabroso, la declaración de Jesús, nuestro Señor: mi alimento consiste en hacer la voluntad del que me envió, llega a resultar hasta chocante. ¿Cómo que ocuparse de anunciar el evangelio es más nutritivo que alimentarse?

Lo que pasa es que, para Jesús, como debería serlo para nosotros, hacer lo que Dios quiere que hagamos se traduce en bendición que sustenta el todo de nuestra vida, aún más que el alimento físico.

Entender lo anterior nos permite comprender mejor la exhortación de Jesús a que reaprendamos a considerar los tiempos, las etapas, de nuestra vida. Eso de esperar cuatro meses más para la cosecha es una actitud aprendida respecto de la cosecha y de muchas otras cosas vitales. Desde luego, tiene su razón de ser desde cierta perspectiva. Hemos aprendido que siempre hay que esperar el momento adecuado, pero este frecuentemente resulta darse cuando menos lo esperamos. Esto es lo que Jesús destaca con su enseñanza.

De hecho, Jesús nos invita a cambiar nuestras perspectivas sobre los tiempos de la vida. Es decir, a ver las cuestiones importantes de la vida desde otro punto de referencia, desde la perspectiva de la fe. No sólo entendiendo esta por lo que nuestra confianza en Dios significa, sino por la convicción resultante de lo que vemos que él hace, de la reflexión y consideración de lo que nos está diciendo al través de sus obras en nuestro aquí y ahora.

Desde luego, la primera aplicación del dicho de Jesús tiene que ver con nuestra tarea de hacer discípulos, de proclamar las Buenas Nuevas a aquellos en los que Dios ya está obrando. Uno de los primeros impedimentos que nos detienen en la tarea evangelizadora es el pensar que esta puede esperar, que ya habrá tiempo para evangelizar, para compartir el mensaje de salvación a otros. Presumimos que Dios nos mostrará cuándo sea el tiempo apropiado pues, decimos, las cosas suceden en el tiempo de Dios. (Esta es una aseveración que requiere de una reflexión más profunda y con sustento bíblico de nuestra parte).

Además, hemos llegado a la conclusión que el compartir a Cristo y el que las personas estén dispuestas a aceptarlo, de tan difícil, resulta prácticamente imposible lograrlo. Que no podemos, por nosotros mismos, alcanzar a otros con el poder del Evangelio. Y tenemos razón al pensar así. Pero, Jesús nos invita a cambiar nuestro punto de referencia, nos pide que despertemos y miremos a nuestro alrededor que los campos ya están listos para la cosecha. O, como traduce PDT nos exhorta a que levantemos nuestros ojos y que observemos los campos porque ya están listos para la cosecha.

Dado que observar es examinar atentamente, Jesús nos invita a mirar de otro modo, a juzgar con mayor cuidado a las personas que están en nuestra esfera de influencia y sus circunstancias. Hacerlo así nos permitirá descubrir que Dios ya está haciendo en las personas lo necesario para que nosotros podamos alcanzarlas para su Reino. Por eso es por lo que Jesús asegura que nos ha enviado para que cosechemos un campo que nosotros no hemos trabajado y, por lo tanto, en nuestra tarea evangelizadora, disfrutamos del trabajo que otros, incluido Dios mismo, han realizado.

Este despierten, o como dice RVR este levantar los ojos implica, desde luego, el cultivo de nuestra comunión con Dios al través del estudio de su Palabra, del abundar en oración y de la disposición para ser guiados por el Espíritu Santo. Todo esto nos da sensibilidad y, por lo tanto, una nueva perspectiva y una mayor capacidad de discernimiento para ver lo que Dios está haciendo y que nosotros podemos cosechar antes de que la cosecha se pierda.

Es la revelación que la Biblia nos hace del carácter, interés y quehacer de Dios lo que nos permite ver con claridad lo que Dios está haciendo en las personas. Podemos ver lo que él hace y el efecto que su quehacer amoroso tiene en las personas a nuestro lado. Su interés, su sensibilidad, aún el incremento de sus luchas y, en consecuencia, el incremento de su necesidad de redención.

Dios no va a hacer… Dios está haciendo.

Sobre todo, en lo que se refiere a la salvación, la nuestra y la de los demás. La obra redentora de Cristo es vigente, actual. Cristo está obrando, es decir está causando los efectos de la redención en las personas, inicialmente Dios está llamando a salvación a las personas. No resulta raro el que las personas no comprendan del todo lo que está pasando en y con ellas. Como en el caso del etíope del que nos relata Lucas en Hechos, necesitan de quién se acerque a ellos y les pregunte si entienden lo que leen, si se dan cuenta y comprenden lo que les está pasando.

Nosotros hemos recibido la revelación del Espíritu Santo y, por ello, al estar en comunión íntima con Dios podemos mirar y descubrir lo que Dios está haciendo en aquellos a los que está llamando a salvación. Podemos decir que nuestro quehacer es complementario al que Dios está realizando. Esto es lo que facilita que las personas acepten a Jesús como su Señor y Salvador: que seamos colaboradores en aquello que Dios está realizando.

 veces queremos evangelizar a quienes no están siendo llamados directamente por el Señor, a quienes no están listos para ser cosechados. Y, con frecuencia no lo hacemos con aquellos en los que Dios está obrando para salvación. Por ello debo insistir en la importancia que tiene el que cultivemos la comunión con Dios, porque así, al estar en sintonía con él podremos comprender lo que está haciendo e identificar a aquellos en quien él está obrando.

Jesús invita a sus discípulos a que levanten los ojos y observen, hemos dicho. Sólo así podrán darse cuenta de que la cosecha, lo que Dios ya hizo, está lista. Creo que este mismo principio resulta aplicable al todo de nuestra vida. No somos llamados a adivinar lo que Dios quiere para nosotros, somos llamados a ver lo que él ya hizo y que quiere que hagamos.

Como Jesucristo mismo, quien ni hablaba ni hacía sino aquello que oía hablar, y veía hacer, al Padre Juan 5.19, 20; 12.49; y dado que ya no vivimos para nosotros mismos ni morimos para nosotros mismos. [Porque] Si vivimos, es para honra al Señor, y si morimos, es para honrar al Señor Romanos 14.7, 8, nosotros somos llamados a hacer de nosotros y con nuestra vida lo que Dios ha determinado como lo apropiado. Somos llamados a hacerlo adecuada y oportunamente.

Desde luego, el que la cosecha esté lista no significa necesariamente que nosotros estaremos dispuestos a recogerla. Al igual que Dios no nos obliga a hacer junto con él en nuestra vida. Él, que es el Señor, se ha hecho vulnerable al reconocer nuestra independencia y nunca nos obligará a aprovechar los tiempos de oportunidad que nos ofrece. Quizá esto explica muchas de nuestras pérdidas y de nuestras frustraciones. Yendo detrás de lo que deseamos, necesitamos o creemos que debe ser, ignoramos –no vemos-, lo que Dios ya hizo para nosotros. Y, por lo tanto, perdemos la bendición de su cosecha.

Desafortunadamente, aún quienes nos asumimos cristianos consagrados a Dios, estudiosos y conocedores de su Palabra, y que nos esforzamos en guardarnos en santidad para él, no siempre vemos lo que Dios está haciendo como su tarea principal. Es decir, tenemos una perspectiva, un punto de vista, diferente sobre las cosas que importan en la vida. Como ya hemos dicho, para Dios lo más importante es la redención de los hombres. De ahí que al encargo que hizo Jesús de ir a todo el mundo haciendo discípulos, se le conoce como la Gran Comisión. Como el mayor encargo que Jesús hace a sus seguidores.

Un estudio reciente muestra que apenas un poco más del 40% de los cristianos en activo, considera como importante y prioritaria tal tarea. La mayoría asumen que lo más importante es realizarse en la vida, conseguir lo que han soñado y deseado desde siempre. Otros, se ocupan de cuestiones asistenciales, sociales, políticas, etc. Siempre en quebranto del cumplimiento de la tarea que se nos ha encargado. La cuestión es que si bien estas cuestiones, incluyendo nuestra realización personal, son importantes, legítimas y necesarias, sólo adquieren su verdadero sentido y trascendencia cuando parte de la redención eterna de las personas.

De otro modo, como decía mi padre respecto de los médicos cristianos que sólo se ocupan de curar el cuerpo, pero no de la redención del alma de sus enfermos, lo único que producen es cadáveres más saludables.

Por eso es por lo que quiero invitarte a que te esfuerces por prestar atención a lo que Dios está haciendo en las personas que están a tu alrededor. Y a que, una vez que lo hayas visto, te unas al quehacer del Señor. Y, déjame también a provocarte a ver lo que Dios ve cuando mira a una persona no redimida por la sangre preciosa de su Hijo Jesucristo: perdición eterna. La ve condenada al castigo eterno, separada de Dios por la eternidad. Esto es lo que le duele a Dios y lo que explica la obra redentora de Jesucristo. ¿Podemos menospreciar lo que para Dios resulta lo más importante? Es esta una pregunta que cada uno de nosotros debe responder a la luz de la gracia recibida.

Quien ve lo que Dios hace, quien alza sus ojos más allá de sí mismo, participa de una dimensión de vida diferente, superior. Participa de las cosas eternas. Se une al quehacer eterno de Dios y lo que hace, la manera en que vive su vida impacta la eternidad, la propia y la de aquellos a quienes presenta y conduce a Cristo. Descubre que, como a Jesús, el hacer la tarea recibida del Padre le resulta mejor alimento que la más sabrosa y nutritiva comida.

Cuando alzamos nuestros ojos y observamos lo mismo que el Señor está mirando nuestra vida se llena de sentido y de alegría. Es más, recibimos nuestra paga y esta trasciende el todo de nuestra vida porque cosechamos para la vida eterna. No sólo ello, sino que permanecemos siendo parte del hilo conductor de la bendición divina pues, además de que cosechamos de lo que otros han sembrado, también sembramos para que otros cosechen de nuestro trabajo. En Cristo, cada cosa que hacemos en su voluntad se convierte en una abundante cosecha que le honra y bendice a muchos, nosotros, los primeros.

A esto los animo, a esto los convoco.

Explore posts in the same categories: Agentes de Cambio

Etiquetas: , , ,

You can comment below, or link to this permanent URL from your own site.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s


A %d blogueros les gusta esto: