Vivía entre las Cuevas de Entierro

Marcos 5

De la enseñanza bíblica concluimos que existen dos realidades superpuestas. La que podemos identificar como la realidad natural –visible-, y la que identificamos como la realidad espiritual, no visible. De hecho, el Apóstol Pablo se refiere de manera específica a este asunto cuando nos recuerda que no luchamos con enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales. Efesios 6.12 NTV.

Estas dos realidades coexisten simultánea y coordinadamente, además de que son mutuamente condicionantes. Esto significa básicamente que siempre que ocurre algo en el mundo natural, visible, está sucediendo algo coincidente en el mundo no visible. De ahí la invitación bíblica de que renovemos espiritualmente en nuestra manera de juzgar las cosas, además de la exhortación a que no sólo usemos nuestras armas humanas, sino las poderosas de Dios en nuestra lucha cotidiana. Efesios 4.23; 2 Corintios 10.3ss DHH y NTV

Marcos se ocupa en este capítulo del encuentro de Jesús con un hombre endemoniado. Es decir, de un hombre poseído por un espíritu maligno. De acuerdo con el diccionario la posesión consiste en el apoderamiento del espíritu del hombre por otro espíritu que obra en él como agente interno y unido con él. La Biblia nos enseña que quien practica el pecado es esclavo del pecado. Es decir, está poseído por el diablo, es propiedad suya. Así que, como podemos ver, la posesión de las personas como el de nuestro pasaje se distingue porque el control de los espíritus inmundos se hace evidente en la conducta cotidiana del poseído, de manera dramática y con severas consecuencias colaterales. Este hombre vivía entre las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo ni siquiera con cadenas… el rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo. Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas.

Quienes hemos participado de exorcismos sabemos bien lo que esto significa. Sabemos del desorden interior, del poder demoníaco, de los secretos revelados, de olores y fenómenos sobrenaturales que sobrecogen el corazón. Pero, basta la descripción que Marcos hace para destacar el hecho de que tales espíritus malignos dominan y destruyen a la persona y a quienes están alrededor de ella.

¿Qué es lo que facilita o provoca la posesión demoníaca? En primer lugar, la práctica intencional y retadora del pecado. Es decir, practicar el pecado a sabiendas de que se ofende a Dios y no permitirse incomodidad alguna por hacerlo así. Especialmente entre los creyentes, suele suceder que hay quienes practican el pecado al mismo tiempo que simulan una vida piadosa. La hipocresía les lleva a engañar y a engañarse, haciéndose así cada vez más vulnerables y cautivos de sus propios pecados ocultos, aquellos que mantienen en el secreto.

Cada vez resulta más evidente una segunda cuestión que propicia la posesión demoniaca. Se trata del cultivo del ocultismo. Este conjunto de conocimientos y prácticas mágicas y misteriosas, con las que se pretende penetrar y dominar los secretos de la naturaleza, es cada vez de mayor interés en nuestra sociedad. Aunque esto se ha practicado desde siempre, en nuestros días y gracias a los medios de comunicación, cada vez se sabe más de quienes lo practican. Dado el carisma de tales personas se da un efecto multiplicador del que no escapa ningún sector de la comunidad. Desde los horóscopos hasta las teorías supuestamente superiores de mitos-realidades tales como los illuminati, son distintos los grados de atención y afectación resultantes de la práctica del ocultismo. A esto debemos agregar el cultivo del morbo por lo oculto. Es decir, del interés malsano por personas o cosas, de la atracción hacia acontecimientos desagradables.

Hay un mito alrededor de los espíritus demoníacos. Se ha generado la idea de que son repugnantes, grotescos, atemorizantes. La verdad es que Lucifer es un ángel de luz, de él dice Ezequiel 28.17: Tu corazón se llenó de orgullo debido a tu gran belleza. No obstante ello, fomentando el morbo en tanto la atracción hacia acontecimientos desagradables, es que el diablo promueve la atracción hacia las cosas ocultas: películas, juegos virtuales, ropas, símbolos, prácticas y la celebración de ciertas fechas ligadas a lo sobrenatural son, también, puertas de entrada para la posesión demoníaca.

No menos importante que lo anterior son los ambientes espirituales en conflicto como propiciadores de las condiciones personales y/o familiares que facilitan las posesiones demoníacas. Nuestro Señor dijo que una casa dividida contra sí misma no puede prevalecer. Marcos 3.25 Los ambientes familiares pendulares espiritualmente son caldos de cultivo para el interés por lo oculto, el rechazo de lo verdadero y la posesión demoníaca. Es frecuente que ante la incongruencia de los padres, los hijos se decepcionan no sólo de ellos sino de Dios mismo. Pero, dadas sus necesidades espirituales recurren a lo oculto para satisfacer su deseo de trascendencia, su sentido de pertenencia y significado, además del poder necesario para que, desde su perspectiva, la zozobra en la que viven no los destruya.

Tema de otra reflexión será la relación que existe en algunos casos entre ciertas enfermedades mentales y la posesión demoníaca.

Ante la evidente coexistencia de las realidades natural y espiritual, así como ante la evidente posibilidad de las posesiones demoníacas, cabe preguntarnos qué nos toca hacer, cómo debemos conducirnos.

En primer lugar, debemos actuar con precaución extrema. Proverbios 14.16 No debemos menospreciar el poder satánico pues Satanás sigue siendo el príncipe de este mundo. Sigue teniendo poder y la capacidad para engañar aún a los escogidos. Mateo 24.24 La práctica del pecado, el cultivo del morbo por lo oculto, etc., siempre abre puertas que difícilmente podemos cerrar en nuestras propias fuerzas. Podemos abrir las puertas, sí, pero no podemos controlar ni qué ni quienes entran por ellas.

En segundo lugar debemos abundar en el cultivo de nuestra comunión personal con el Señor. De acuerdo con Pablo en Efesios 6, debemos revestirnos de la armadura de la fe, es decir, la armadura de Dios para poder mantenernos firmes contra todas las estrategias del diablo. NTV  Verdad, justicia, paz, fe, salvación, Palabra, son los elementos que debemos practicar y cultivar en nuestra comunión diaria con el Señor. Sobre todo, debemos orar en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manteniéndonos alertas y persistentes en las oraciones por todos los creyentes.

Finalmente, somos llamados a una vida de obediencia y santidad. En Santiago 4.7 se nos exhorta a resistir al diablo y se nos promete que así el huirá de nosotros. Sin embargo, tal exhortación-promesa empieza con una demanda: humíllense delante de Dios. Ser humildes consiste en obedecer y en vivir santamente. La santidad y la obediencia responden a un propósito y a un compromiso siempre en proceso de renovación. También, a la disposición de pagar el precio que la obediencia y la santidad.

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