Si Cristo, si el Amor, si Todos

Filipenses 2.1-11

Así que, si Cristo les ha dado el poder de animar,

si el amor los impulsa a consolar a otros,

si todos participan del mismo Espíritu, si tienen un corazón compasivo…

Este es uno de los más hermosos pasajes del Nuevo Testamento. Algunos estudiosos consideran que formó parte de uno de los primeros cantos cristianos o quizá de algún poema que se leía entre la Iglesia Primitiva.

Pero su belleza va más allá del arte que le distingue; más bien tiene que ver con el hecho de que describe cómo fue que Cristo se auto despojó de todo aquello que le era propio, con tal de propiciar nuestra redención.

Algunos autores se refieren a los versículos 6 al 12, como la kenosis de Cristo. Es decir, la renuncia voluntaria y proactiva que Cristo hizo de su condición divina, para encarnarse y habitar entre los hombres como su igual.

El verbo kenoo, que se traduce como “renunció”, significa literalmente: “vaciar”. Sin embargo, ello no significa que Cristo “se haya vaciado de su divinidad”, haya dejado de ser Dios; sino que, como dice la versión KJV, “se hizo a sí mismo sin reputación”. Otra traducción inglesa lo traduce así: “se hizo carente de gloria”.

Lo que Pablo enseña a los filipenses es que en el servicio al prójimo se cumplen dos condiciones:

1. No dejamos, ni debemos dejar, de ser nosotros mismos. No se sirve a otros a costa de nuestra propia identidad.

2. El servicio al prójimo sí requiere de que corramos el riesgo de perder nuestros derechos, atribuciones y buena fama. Al servir, acompañar o ayudar a otro siempre corremos el riesgo de hacernos partícipes de sus errores, limitaciones y, aún, de sus desdichas… a costa de nuestra tranquilidad e imagen.

Una primera recapitulación de la enseñanza paulina nos permite identificar dos elementos básicos de la vida que es propia de los cristianos:

1. Es una vida de servicio.

2. Es una vida que requiere del conservar y fortalecer la identidad regenerada por Cristo. Conviene recordar aquí que identidad y vocación van de la mano.

¿Cómo podemos vivir tal clase de vida? ¿Quiénes pueden imitar a Cristo, de acuerdo con el llamado paulino?

En Filipenses 2.1, encontramos los presupuestos necesarios para vivir tal clase de vida:

A. Si Cristo les ha dado el poder de animar.

B. Si el amor los impulsa a consolar a otros.

C. Si todos participan del mismo Espíritu.

D. Si tienen un corazón compasivo.

Pablo abunda y hace un listado paralelo (2.2):

Viviendo todos en armonía, unidos:

  • Por el mismo amor.
  • Por un mismo Espíritu.
  • Por un mismo propósito.

Un Ejercicio de Reflexión

La dimensión de servicio a la que somos llamados trasciende a todos los espacios de nuestra vida: personal, familiar, ocupacional y social. Al mismo tiempo, en cada uno de tales espacios somos llamados a mantener nuestra identidad regenerada, al mismo tiempo que nos entregamos encarnándonos.

¿Qué es lo que Dios ha hecho para capacitarnos?:

¿Qué tipo de servicio cristiano estamos llamados a ofrecer?:

A nuestro cónyuge

A nuestros hijos

A nuestros hermanos en la fe

A nuestros colaboradores/empleados/compañeros

¿Cómo podemos abundar y fortalecer en acuerdos que garanticen que somos guiados en nuestras relaciones por?:

El mismo amor

Un mismo Espíritu

Un mismo propósito

Finalmente, en lo individual y como comunidad de fe, ¿cómo podemos encarnarnos entre las personas que nos rodean?

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