La Consagración de los Hijos
Interés y preocupación constante de los padres es la suerte de sus hijos. Es decir, la condición en que estos se encuentran en cada etapa de sus vidas. Animados por tal interés y preocupación los padres hacen y deshacen todo lo que está a su alcance con tal de poder asegurar que las circunstancias de sus hijos sean buenas y que los mismos estén a salvo de todo mal.
Sin embargo, bien pronto, los padres descubren que no tienen ni las capacidades ni las oportunidades para evitar el sufrimiento de sus hijos. La Biblia cuenta que José y María acudieron al templo a consagrar al pequeño Jesús a Dios. La consagración de los hijos es una práctica establecida por Dios y tiene dos propósitos. El primero consiste en hacerlos sagrados. Es decir, dedicarlos a Dios para que lo sirvan y honren en todo lo que hagan. El segundo propósito consiste en invocar la permanente dirección divina en la vida de los hijos. Los padres que consagran a sus hijos quieren que Dios los dirija porque saben que la dirección divina les protege de todo aquello que pueda dañarlos.
La consagración de los hijos es una ofrenda que los padres hacen a Dios. Con ella no obligan a sus hijos, pero Dios, que conoce el corazón de los padres, se asocia a ellos y toma en cuenta su deseo. Más aún, lo honra. A su manera y en su tiempo sale al encuentro de los hijos consagrados y los llama a vivir para él y bajo su dirección protectora. Vale la pena, por lo tanto, consagrar a Dios los hijos que nos ha dado.
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5 agosto, 2015 a 02:43
Felicito a los autores; Es una explicacion muy clara y bonita
30 noviembre, 2016 a 10:50
gracias, muy clara la explicacion y me lleno de sentimiento