Contar Bien Nuestros Días

 

Salmo 90; Efesios 5.15

El salmo 90, es mi lectura de fin de año. Recapitulación, reiteración de la presencia y cuidado divinos, replanteamiento de la vida por venir. Este año, a la luz de tantos y tan especiales eventos que hemos vivido, resulta de particular interés la petición: Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría.

En principio, parecería una petición propia de un anciano: hay que aprender que con los días, las fuerzas se acaban y hay que vivir de acuerdo con las que nos quedan. Pero también parecería una petición propia de los adolescentes y jóvenes: aprovecha bien tus días definitorios, de ellos depende el resto de tu vida.

Pero hay algo más, las palabras de Moisés nos remiten a Pablo: Aprovechen este momento decisivo, porque los días son malos. Efesios 5.15ss Esta contundente declaración, hace evidente que contar bien nuestros días, consiste en aprovechar los momentos decisivos, en medio de un ambiente adverso.

La palabra kairos, que, como sabemos, significa buena oportunidad, se refiere al hacer oportuno, adecuado. A hacer lo que conviene, lo que es propio del momento. En este sentido, no se refiere al tiempo, sino a la tarea a realizar. Quizá la pregunta más difícil de contestar después de ¿quién soy?, sea: ¿qué debo hacer en la vida? ¿Estoy haciendo lo que conviene? El punto de referencia que revela la respuesta esperada se encuentra no en nuestros intereses, sueños o deseos; lo que determina lo adecuado y oportuno de nuestro hacer es un quien: Dios. Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos, asegura Pablo. Hechos 17.28 Venimos de Dios y a Dios vamos. En el proceso, nosotros los creyentes, estamos en él y estamos llenos de él.

Es esta calidad, el ser llenos de Dios, lo que nos permite no ser insensatos (sin mente), sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor. Efesios 5.17 La insensatez consiste en: El ordenamiento imprudente de la propia vida con respecto a la salvación. Al respecto, existe un principio que no debemos ignorar si estamos interesados en conservar este estado de gracia que es la salvación: Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor somos. Romanos 14.7ss

A este respecto no tenemos el derecho de equivocarnos, porque los días son malos. El término malos se refiere, primero, a la acción directa de satanás, y, segundo, a la degradación constante del entorno en que cumplimos nuestra tarea. Es decir, satanás está obrando activamente para entorpecer la manifestación de nuestra identidad creativa como hijos de Dios. Al mismo tiempo que, en tanto el pueblo de Dios no recupere su identidad y actúe como luz y sal del mundo, la sociedad toda está siendo arrollada por una inercia de degradación integral que afecta a todos, casi irremediablemente.

Contar bien nuestros días, aprovechar el momento decisivo, exige de un replanteamiento de nuestra relación con Dios. O se trata de buscar a Dios para nuestro beneficio, o de asumir que hemos sido creados para honra y alabanza suya. Pero, también exige un replanteamiento de nuestra relación con la sociedad toda, con los demás. En razón de que reconocemos que Dios es nuestro Señor y que para él vivimos, tenemos que asumir la dimensión de servicio al prójimo que tal reconocimiento conlleva. Cada día vivimos más para nosotros mismos y menos en función de los demás. Quien cuenta los días como propios, también cuenta los recursos y dones recibidos como propios. Se olvida que, nos dice la Palabra, sólo somos administradores de los dones recibidos y, por lo tanto, debemos ponerlos al servicio de los demás.

Las versiones más antiguas de nuestro pasaje en Efesios, dicen: Redimiendo el tiempo. Exagorazo, pagando el precio para quitar su tiempo del poder de otro. Es la hora de que de manera explícita e intencional nos propongamos vivir para Dios. Es hora de arrepentimiento y conversión renovados, que posibiliten la llegada de los tiempos de refrigerio de parte del Señor. Hechos 3.19 Tiempos en los que nuestra condición de hijos de Dios se manifieste para gozo y beneficio nuestro y de quienes, junto con la Creación, están a la espera de la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, nosotros. Romanos 8:19ss

Hebreos nos invita a que nos despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Hebreos 12.1 y 2 DHH lo traduce así: dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona.

Nosotros queremos vivir bien y hacer lo que es correcto. Es decir, queremos aprovechar bien el tiempo. Sin embargo, tenemos y practicamos cosas que nos enredan la vida y nos impiden vivirla plena y satisfactoriamente. En no pocos casos, la clave está en la conversión; es decir, en el arrepentirnos de lo que estamos haciendo mal y lo bueno que estamos dejando de hacer y comprometernos a hacer y dejar de hacer lo que conviene, dispuestos, también a pagar el precio que ello representa. A esto les invito. A que redimamos el tiempo, a que vivamos como es digno del llamamiento que hemos recibido. A que cada vez seamos más luz y nos alejemos de nuestras propias tinieblas. Vivamos así el nuevo año, hasta donde la gracia del Señor nos permita vivirlo.

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